El valor pedagógico de la memoria

El valor pedagógico de la memoria

 

«La cátedra más popular, la enseñanza más ágil y viviente, la que alcanza a todos y llega a todos los rincones, es la que encierra la prensa. Más que la Escuela, más que la Universidad, más que el Club o la tribuna callejera, los diarios son orientadores de espíritus, propagandistas de ideas, expositores de hechos, vulgarizadores de doctrinas (…) La prensa de nuestro país está orientada hacia la defensa de sus intereses económicos, sociales, políticos, financieros. Y hacia esos fines se orienta desmintiendo la verdad tergiversando conceptos, oscureciendo la claridad de los problemas, alimentando las bajas pasiones (…) Ahora bien; el deber que nos exige nuestra convicción como misión noble y sagrada, es el de reaccionar contra esta prostitución de la prensa; es nuestro deber y lo cumplimos a la medida de nuestra fuerza. Fue nuestra directriz cuando desde «El Nacional » exponíamos con altura y nobleza nuestras ideas; ha sido nuestra guía en este último año en que contra viento y marea hemos sacado «Acción»; lo seguirá siendo en el futuro. Como prueba de nuestra entereza moral y de nuestra acción por ella, orientada está nuestra labor de más de dos años, y esta labor será nuestra garantía y nuestro aliento para el futuro; para esta nueva etapa de titánica lucha que se inicia con el presente número.»

Julio Castro, 18 de mayo de 1933; semanario Acción

Julio Castro nació en Florida en 1908. Maestro, periodista y militante de distintas asociaciones gremiales de maestros y de la prensa del Uruguay. Fue miembro fundador en 1928 junto a Carlos Quijano de Agrupación Nacionalista Demócrata Social que pertenece al Partido Nacional Independiente. En 1930 funda junto a Quijano y Arturo Ardao el diario El Nacional, que cierra al año siguiente por dificultades económicas. En marzo de 1932 este mismo grupo, junto a otros colaboradores, crean el semanario Acción, que en 1933 enfrenta a la dictadura de Terra. En 1935 Castro fue detenido y mantenido prisionero en Rivera. En junio de 1939, nuevamente junto a Quijano y Ardao, Castro funda el semanario Marcha, del cual será redactor jefe y director hasta el momento de su clausura por la dictadura, el 22 de noviembre de 1974.

En el año 1977, transcurrían ya cuatro años de dictadura, Castro ayudaba a los compañeros que estaban en situaciones comprometidas para que pudieran acceder a la embajada de México y salir del país. En la mañana del 1° de agosto de 1977, en la intersección de las calles Francisco Llambí y Avenida Rivera, Julio Castro fue secuestrado a una cuadra de la casa de Efraín Quesada, amigo al cual había ido a visitar.

Julio no volvió a su casa. Fue trasladado al centro clandestino de detención «La Casona», situado en Avenida Millán; fue torturado hasta su muerte dos días después sin recibir atención médica. Según el informe sus restos habían sido enterrados en el Batallón 14 de Toledo y luego exhumados en 1984, incinerados y tirados al Río de la Plata. Versión que resultó falsa cuando en 2011 en el Batallón 14 hallaron sus restos y se determinó que la causa de su muerte fue un disparo en la cabeza.

Fue un referente de la educación en nuestro país, una persona querida por sus valores y su entrega. Su, familia, amigos y compañeros lo buscaron incansablemente durante 34 años.

«Por el año 1980, con un grupo de compañeros de la enseñanza, decidimos buscar a los compañeros maestros desaparecidos, y así fue que surgió este 1° de agosto, como el día del Detenido Desaparecido de la Enseñanza en el cual recordamos 40 años de la desaparición de Julio Castro y de Gustavo Inzaurralde », señala Norma Marin, maestra de ADEMU y miembro de la Coordinadora de apoyo a Madres y Familiares.

Les mintieron, les dijeron que Castro había tomado un vuelo hacia Buenos Aires. Volvieron a mentirles, «nos dijeron que nunca íbamos a encontrar a nadie, porque habían tirado los restos al mar », recuerda Marin.

«La aparición de su cadáver significó una etapa de esclarecimiento en torno a lo que se había hecho con ese hombre y que, de alguna manera, quitó una especie de enmascaramiento que tenían los crímenes de la dictadura, de que nuestro país no había generado represión al grado del homicidio. Esto brindó una última enseñanza, generó un antes y un después y todo eso que significó en un primer momento una estrategia de esconder y de mentir, todo eso quedó descubierto. Su familia se comprometió enormemente. Es un maestro de los que tenemos que venerar, es una historia de vida muy poderosa. El olvido no existe y la memoria fue lo que nos trajo hasta este presente», reflexiona María Inés Obaldía en la esquina de Llambí y Rivera, que hoy 1° de agosto ya no será una esquina común de nuestra ciudad, porque aquí quedará inaugurado un monolito recordatorio a la figura de este maestro, como símbolo de la memoria como parte de la educación, para que la historia de nuestro pasado reciente no se repita. Para que los más jóvenes se pregunten « ¿quién fue Julio Castro? ».

El homenaje organizado por el Movimiento de Educadores por la Paz, contó con una carpa de exposición y una Mesa Redonda organizada por la Asociación de Maestros del Uruguay (ADEMU) con la consigna «Impunidad: responsabilidad del Estado de ayer y hoy ». La exposición fue visitada en el correr del día por escolares y todo aquel que quisiera acercarse. A las 17:30 horas comenzaron a llegar autoridades de la enseñanza, compañeros, familiares, figuras de los medios de comunicación, el Intendente de Montevideo Daniel Martínez y se dio inicio al acto con exponentes de Madres y Familiares, SERPAJ, Observatorio Luz Ibarburu, CRYSOL, el director de la Institución Nacional de Derechos Humanos, Juan Raúl Ferreira, el antropólogo José López Mazz y el propio Intendente.

A las 18 horas Martínez quitó la Bandera de Uruguay que cubría el monolito, quedando inaugurado con una emotiva presentación del músico y compositor Pablo Silveira Artagaveytia con su canción «La túnica de Julio Castro ».

El «tótem » de acero tiene calado su nombre, sus gafas rotas y la leyenda: « En este lugar el 1 de agosto de 1977, fue secuestrado Julio Castro, prestigioso Maestro y Periodista». Luego continuó la oratoria de diferentes organizaciones sociales, recordando la trayectoria de Castro.

Aún queda mucho por hacer en cuanto a la concienciación sobre la importancia que tiene la búsqueda por Verdad y Justicia, la búsqueda de las personas que aún siguen desaparecidas por el Terrorismo de Estado. Intelectuales, periodistas, educadores, sindicalistas, personas con hambre; de un país mejor para crecer, jóvenes, adultos, veteranos, que tenían sueños, metas, que buscaban libertad para ser y no los dejaron.

La dictadura truncó los ideales de estos uruguayos, dejó familias rotas, amores que quedaron por el camino y un país lastimado por la mentira y la injusticia. Esa libertad que se logró, luego de tantos años de lucha por los derechos de todos los ciudadanos, no debe volver a ser arrebatada Nunca Más; por eso las diferentes organizaciones sociales siguen exigiendo al Estado que la búsqueda continúe.

«La obligación nuestra como docentes es cultivar la memoria, no pasar la página, porque un pueblo que no tiene memoria, que no conoce lo que pasó, no puede seguir edificando; por lo tanto, a nosotros como educadores también nos compete gran parte de responsabilidad » — Norma Morin



Eliana Fleitas Pucciarelli